lunes, 10 de mayo de 2010

Un beso...


Me acerco a ti, sé que me esperas con los ojos cerrados, noto tu respiración expectante y el aroma de tu perfume corporal inundándome como una tibia lluvia los sentidos…deposito mis labios en tu cuello, te estremeces ante la levedad de ese instante y al sentir mi respiración en tu piel. Suave pero constante voy depositando mis labios a lo largo de tu cuello, te sonríes nerviosa, pero noto tu vello erizado y el pequeño temblor en la comisura de tus labios que no dejas de morder entre la insinuación y el nerviosismo…cuando rozo con la punta de mi lengua tu labio superior abres la boca, pero no, paso de largo y voy a cuchichearte a uno de tus oídos todo lo que te deseo, bajito, despacio, que notes la humedad caliente de mi respiración…luego al otro…así, sin dejarte tiempo a pensar vuelvo a tu boca, ahora más preciso dejo que mis labios rocen por más tiempo los tuyos y mi lengua te explora y te moja…mordisqueo tu labio inferior suavemente, abres mucho la boca y sacas tu lengua buscando la mía…se reconocen, se saludan, se saben…juegan, se desean…entro en tu boca y recorro tus dientes antes de asentarme en lo profundo de ella y cruzar nuestro umbral de deseo…ahora ya estamos fundido en uno solo…el beso se hace melodía entre los dos y sujetando tu cabeza con mi mano yo también cierro los ojos.

Quizás en estos tiempos tan materiales no haya mejor regalo para recibir que el que sólo te hace sentir y se recuerda por mucho tiempo.

Un beso para la noches de Reyes. Fernando Sarría.

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